Hoy les acercamos un fragmento de un trabajo de Romina Hoox. Este recorte nos permite ubicar la potencia del lugar del acompañante, de cierta exterioridad respecto de la escuela. Ponerla a jugar puede ayudar a conmover ciertos sentidos que obturan y dificultan la inclusión de un niño, y abrir paso a la pregunta por lo que ese niño necesita.
(…) Una de la primeras observaciones fue “tené cuidado, Franco se escapa”. (…) Durante el primer mes de acompañamiento ocurría que mi mirada recaía sobre Fran todo el tiempo, por ese “miedo” a la posibilidad de que se escape (…) Por lo tanto, frente a la pregunta ¿cómo acompañar al niño?, ¿cómo facilitar para el armado de la escena escolar? fue importante ubicar esta mirada sobre Frn, que lo molestaba y enojaba mucho. Tenía enojos muy fuertes, por peleas verbales con compañeros, o si le salía mal una actividad.(…) Fue importante correrme de este lugar, posibilitar la confianza en el niño, hablando con él, ofreciéndole un espacio en dirección para recurrir cuando él se enojase o se sintiese mal, y permitiendo correr la mirada. De a poco Fran comenzó a hacerme chistes que se iba, luego empezó a esconderse en forma de juego, y por último en este momento me asusta con “bu” cada vez que entro al salón; se ríe y disfrutaba mucho de este juego. Sus enojos disminuyeron en cantidad e intensidad (…)
Imagen :Pablo Bernasconi